Capítulo 12. Diario de unos soñadores terminales (Tailandia, Malasia y Singapur).
Viernes, 31 de octubre de 2014. “Regreso al futuro”.
Sin Delorian, pero con una moto, Regresamos al futuro. Si entrar en Nepal suponía vivir en el año 2071, entrar en Tailandia supone visitar el año 2.558. Tras cruzar la frontera de Cambodia, llegamos de nuevo a Bangkok. Aunque en ocasiones conducimos por la acera como hacen muchos motoristas, para cruzar los 10 kilómetros de dentro de la ciudad para llegar otra vez a Khaosan Road tardamos 4 horas.
Sábado, 1 de noviembre de 2014. “Jueves”.
Lore me pregunta si estamos a viernes. Le contesto que creo que hoy es martes.
Domingo, 2 de noviembre de 2014. “El Sr. Pinat”.
Abandonamos Bangkok para dirigirnos hacia el sur, dirección Malasia. Evitando la aburrida autopista, las carreteras son fantásticas. Disfrutándolas llegamos a Prachuap Khiri Khan, una ciudad costera preciosa donde conocemos al Sr. Pinat, que nos canta una canción sentados en un muro ante el mar. Parece un hombre sereno y tranquilo. Lo que sí es seguro es que de todas las personas a las que les hemos preguntado su sueño, él es quién responde más rápido. Lo tiene clarísimo: ver la nieve.
Lunes, 3 de noviembre de 2014. “Palíndromo”.
Cuando pasas tantas horas conduciendo, bajo el casco no paras de buscar fórmulas para entretenerte. En esta ocasión, intento recordar algún palíndromo (palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda). Me acuerdo de esta:
“A mamá Roma le aviva el amor a papá y a papá Roma le aviva el amor a mamá”.
Martes, 4 de noviembre de 2014. “Hotel con parking”.
Llegamos a Pukhet, que nos decepciona un poco. Buscamos un hotel con parking para dejar la moto allí mientras buscamos la manera de coger un barco para dirigirnos a Kho Phi Phi.
Miércoles, 5 de noviembre de 2014. “Torres de emergencia”.
Tras dos horas y pico en barco, llegamos a Kho Phi Phi, la isla tailandesa que más daños sufrió en el tsunami de hace 10 años. Tras visitarla por primera vez justo un año antes del tsunami, en 2003, la esperaba más cambiada. Pero no lo está tanto. Más o menos su realidad encaja con el recuerdo que guardaba de ella. Lo que sí es diferente es lo preparada que está para sufrir otro tsunami. Hay torres de emergencia en diferentes puntos de la isla, así como señales de alerta e indicaciones en el caso de que se vislumbre otra ola gigante.
Disfrutamos de la isla 5 días, que aprovechamos para relajarnos y cargar pilas. Las necesitaremos para el accidente que sufriremos a pocos días de entrar en Malasia.
Viernes, 7 de noviembre de 2014. “Geko”.
Por fin oímos el canto de un Geko, un animal similar a la lagartija, pero de color marrón claro con una ventosa en cada dedo. Cuando vine hace 13 años se oían en todas partes. Ahora es un milagro poderlo escuchar. Se trata de un grito que se ejecuta siguiendo muchos pasos. En primer lugar oímos una inspiración de aire que se repite durante unas tres o cuatro veces (cada una es más intensa que la anterior). Y cuando éstas finalizan, se oye un tremendo grito tan intenso como extraño. Se trata de un sonido que parece pronunciar la palabra “geko”. Lo curioso es que es similar al bocinazo que produce uno de esos patos de plástico que hay en algunas bañeras y que tiene dos tonos, según inspira o expira el aire. El “ge” parece el momento en el que el pato de plástico inspira el aire, y el “ko”, que se alarga considerablemente (“koooooooooo”) y tiene menos potencia que el “ge”, parece el momento en el que lo expira. “Ge-kooooooo”. Lo curioso es que este sonido se oye repetidamente en unas cuatro o cinco ocasiones, y cada una de las veces es más flojo que el anterior, de tal manera que el último grito apenas se oye.
Los más viejos del lugar cuentan que si oyes a un Geko repetir siete veces la palabra “geko” de una tirada, tendrás fortuna. Y si se oye después de un parto, el niño acabado de nacer la tendrá toda la vida. Nosotros no llegamos a oír siete. Nos quedamos en seis. Pero en estos momentos nos consideramos los seres más afortunados del mundo, y más con esta compañía a la que acabas cogiendo cierto cariño y respeto.
Sábado, 10 de noviembre de 2014. “La playa”.
Como es obligatorio, visitamos la isla en la que se rodó “La playa”. La pena es que llueve como nunca, y lo bueno es que esto evita que la playa esté saturada de gente.
Domingo, 9 de noviembre de 2014. “Trozo de pelo y monedas”.
Aún en la isla, celebramos el Loy Kratong Festival. Se trata de una fiesta en el que la gente prepara un ramo de flores con velas con un trozo de pelo y unas monedas dentro para acabar depositándolo encima del agua del mar. Justo en ese momento es cuando uno debe pedir un deseo.
Como la noche es larga, nos dirigimos a un local donde hay un espectáculo de Mai Thai. Se trata de una lucha entre dos hombres dentro de un ring similar al boxeo, pero que la que no hay límites.
Y antes de ir a dormir, nos acercamos a un bar ante la playa, donde gente autóctona realiza malabares con antorchas con fuego en cada extremo y unos jóvenes bailan el «limbo», un juego folklórico original de Jamaica que consiste en pasar inclinado por una pértiga sostenida a poca distancia del suelo. Lo curioso es que un norteamericano lo hace totalmente desnudo rodeado por una multitud que le anima a lograrlo.
Lunes, 10 de noviembre de 2014. “Regreso al presente”.
Volvemos a Pukhet.
Martes, 11 de noviembre de 2014. “Reposo”.
Cogemos la moto y nos dirigimos a Krabi. A Lore le encanta. Nos quedamos dos días y ella aprovecha para realizar una excursión con barco por diferentes islas.
Jueves, 13 de noviembre de 2014. “Mejorando el mundo”.
La noche antes de entrar en Malasia la pasamos en Satun, a 30 kilómetros de la frontera. Queremos apurar al máximo los días en Tailandia antes de que finalice nuestro visado. Es lo mínimo que podemos hacer con un país que nos ha tratado tan bien, olvidando el policía del primer día. Nos alojamos en un resort que nos ofrece una casita por solo 10 dólares. Pero no solo es económico y de calidad. Sus trabajadores son encantadores. De esas personas que ayudan al mundo a ser un poquito mejor.
Viernes, 14 de noviembre de 2014. “Entrada en Malasia”.
Cruzamos la frontera y entramos en Malasia. Cambio de país. Los precios suben y la calidad disminuye. Hay muchos cambios. La religión pasa de ser budista a musulmana. La presencia de los 7Eleven que tanto habíamos utilizado en el país de la sonrisa disminuye, así como su funcionamiento.
Sábado, 15 de noviembre de 2014. “Puente eterno”.
Visitamos la isla de George Town cruzando un puente de más de 10 kilómetros. Tenemos la intención de pasar allí una noche, pero el tráfico nos agobia y los hoteles, además de caros, están todos llenos. Así pues, volvemos a cruzar el puente y nos dirigimos hacia Ipoh.
Domingo, 16 de noviembre de 2014. “Ipoh”.
Descansamos en Ipoh un par de días, ciudad que tiene un par de carteles como el de Hollywood en lo alto de algunas montañas. Aprovechamos para visitar unas cuevas con budas gigantes. Queda menos para nuestro segundo accidente en moto que nos marcará el destino del viaje y del sueño.
Martes, 18 de noviembre de 2014. “Homóloga”.
Llegamos a la capital, Kuala Lumpur. Una ciudad muy ordenada, con poco tráfico y muy pensada para los peatones. Nos alojamos en el barrio chino, ante Jalan Petalin, de Petaling Street, la calle homóloga de Khaosan Road de Bangkok, donde también puedes encontrar de todo.
Sábado, 22 de noviembre de 2014. “Centros comerciantes”.
Visitamos la ciudad mediante un autobús que es gratuito para todo el mundo. Vemos las famosas torres gemelas, un museo musulmán, en el que Lore se tiene que vestir de una manera especial, y nos damos cuenta que es una ciudad llena de centros comerciales. Todos ellos son gigantes. Algunos se unen entre sí mediante puentes flotantes. Tienen tanto espacio que en uno de ellos hay una escuela y un parque de atracciones en su interior. Y por si no es suficiente, una montaña rusa pasa por encima de las tiendas de uno de sus pisos.
Nos parece curioso que la gente que conduce moto se coloca la chaqueta al revés (de manera que la cremallera les queda en la espalda), y que cuando utilizan el teléfono móvil, muchos se lo colocan también al revés, de tal manera que la pantalla de cristal y el altavoz nunca les toca la oreja, sino que quedan al otro lado.
Y otra curiosidad positiva es que parece una ciudad sin mosquitos. Durante nuestra estancia, no nos pica ninguno.
Por la noche visitamos las torres gemelas. Espectaculares.
Lunes, 24 de noviembre de 2014. “Accidente, susto, robo y reencuentro”.
Es un día especial. Después de 25 años sin vernos, salimos de Kuala Lumpur para dirigirnos hacia Singapur y reunirnos con Joaquim Mascaró, un amigo con el que estudié E.G.B. y que desde hace un año vive en el país de las reglas.
A pocos quilómetros de Singapur, realizando una curva por el carril reservado a las motos, veo que hay un coche aparcado en medio del carril. Vamos directos hacia él a unos 90 kilómetros por hora. A mi derecha hay dos camiones con trailers que me impiden incorporarme en su carril. Solo hay una solución si no queremos chocar con el coche: abandonar el asfalto de la autopista por la izquierda, entrando en una zona de hierva de no más de 70 centímetros de ancho (si voy más a la derecha, caemos por el bosque).
De esta manera adelantamos el coche parado por su izquierda conduciendo por encima de la hierva a unos 70 quilómetros por hora. Logrado. Hemos esquivado el coche. Ahora viene el siguiente obstáculo: un guarda raíl de esos que tanto odiamos los motoristas. Está a unos 30 metros y nos acercamos a él rápidamente. Solo hay una solución: volver a entrar al asfalto de la autopista girando a la derecha. El problema es que vamos paralelos al asfalto, y éste está a unos 5 centímetros por encima de la hierva (es como un escalón). Pero no hay más remedio que virar a la derecha. Así pues, giro el manillar para subir de nuevo una moto con más de 500 kilos de peso al asfalto, pero éste empieza a temblar como un esquizofrénico, y aunque lo intento controlar acabamos besando el suelo.
Afortunadamente parece que no nos hemos hecho daño (aparentemente). Lore, enfadada, lanza el casco fuera de la calzada hacia la hierva y se dirige al coche que estaba parado con el conductor hablando por teléfono. Éste lo cuelga y se da a la fuga.
A los pocos segundos, se para una moto para asistirnos. Parece buen chico y llama a la policía. Sin embargo, antes de marcar el número y aprovechando nuestra desorientación, nos recoge las chaquetas del suelo poniendo la mano en el bolsillo para robarnos el móvil. Mientras, salgo de la autopista para ir a recoger el casco de Lore que yace encima de la yerba. De camino hacia él, miro al suelo y a dos pasos de mi veo una cobra negra que me mira amenazante. Suavemente retrocedo unos pasos para no enfadarla. La esquivo, recojo el casco y me vuelvo a la autopista cagado de miedo.
Llega la policía, pero no puede hacer nada. Como estamos mínimamente bien, y la moto está genial, sin casi ningún desperfecto, continuamos hacia la frontera de Singapur. Una vez allí, nos detenemos para el papeleo habitual. Nos ven tan mal, que nos traen un botiquín para curarnos las heridas. Me doy cuenta que mi casco me ha salvado la vida: de un lado está espectacularmente rayado por culpa del asfalto. ¡Como siempre, mil gracias a Dynamic Line por su cesión, sobretodo a JuanDe Sáez por confiar en nosotros!
Aún no sabemos cómo, continuamos el camino hacia casa de Joaquim y su familia, que nos acoge asombrosamente bien. Es una pena que hayamos tenido un accidente justo ese día, pues nos hubiera encantado poder estar al 100% con ellos, pero también es buena suerte que lo hayamos tenido justo el día que quedamos con él, pues su ayuda será determinante para que mejoremos.
Cenamos en su casa y nos ponemos al día de todo. Realmente quedamos asombrados. No solo por la vida que han logrado tener de la nada, sino también por ser cómo son. Su humildad, capacidad de adaptación y sentido de la atención y del respeto nos asombran. También nos asombra la facilidad que tienen para hablar idiomas. Después de vivir en tantos países distintos, nos deja atónitos ver como se comunican con sus tres hijos. En cinco minutos vemos como son capaces de comunicarse en español, alemán e inglés. Es como si tuviéramos un comando como el del televisor y cambiáramos de idioma solo con apretar un botón.
Martes, 25 de noviembre de 2014. “Pobre muñeca”.
Lore ha dormido mal por culpa del dolor que siente en su muñeca. Por eso nos dirigimos al hospital, donde le diagnostican una rotura leve de la muñeca. Tendrá que llevarla escayolada durante dos semanas.
El resto del día lo dedicamos a visitar la ciudad/país. Se trata un espacio que derrocha modernidad por sus cuatro costados y que tiene tantas normas que pierdes la cuenta. Hay un sinfín de señales de prohibición por todas partes. Son muy estrictos. Tantas, que si quieres abandonar el país para visitar Malasia, tu depósito de gasolina debe estar lleno, no sea el caso que se te ocurra poner gasolina en el país vecino, que es mucho más barata. Si sales con el depósito vacío, no solo te pueden multar, también te arriesgas a ir a la cárcel. Por otro lado, también nos dicen que se aplica la pena de muerte hasta por el tráfico de drogas. También hay una pena de latigazos en ciertos casos. Además, aparcar la moto es casi misión imposible. Todos los vehículos llevan un dispositivo que les cobra para aparcar. Si no lo llevas, que está prohibido, lo tienes difícil. Y, cómo no, nosotros no lo llevamos. La verdad es que andamos (conducimos) un poco perdidos.
Entramos en un McDonalds y parece una residencia de ancianos. Todos los trabajadores son abuelos uniformados que suponemos tienen problemas económicos. Nos extraña que esto pase en uno de los cinco países mas ricos del mundo. Y más cuando sabemos cómo tratan a los perros. Aquí hay pastelerías, spas y restaurantes exclusivamente para canes. Hasta hay una empresa dedicada a organizarles fiestas de cumpleaños. Si el cielo es el paraíso de los hombres, sin duda Singapur es el de los perros.
Para cenar nos vamos con Anh y Joaquim al centro de la ciudad, y acabamos disfrutando de un espectáculo de luces precioso en el hotel más famoso de la ciudad.
Miércoles, 26 de noviembre de 2014. “Día de lluvia”.
La lluvia nos pilla por sorpresa en el centro de la ciudad/país. Aparcamos ilegalmente donde podemos y esperamos horas y horas a que deje de llover, que no es hasta media tarde.
Como nos pasó en Istanbul meses antes, al llegar a casa, recibimos un mail de una persona que ha visto la moto aparcada. Ve nuestra web y nos envía un bonito mensaje que nos alegra el resto del día.
Por la noche celebramos la cena de despedida en casa de Anh y Joaquim.
Jueves, 27 de noviembre de 2014. “Viaje hacia la tumba”.
Temprano por la mañana nos despedimos de esta fantástica familia que nos ha tratado como si fuéramos dos de sus miembros. Esperamos que no tardemos otros 25 años más en vernos. Cuando encuentras gente así, te sientes afortunado y lo último que deseas es perder su contacto.
Y de vuelta a Malasia, matando el tiempo pensando bajo el casco, me acuerdo de una afirmación de Hunter S. Thompson, que tras nuestro segundo accidente vamos cumpliendo a rajatabla:
– La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: “¡Uf! ¡Vaya viajecito!” –
*Soñar es gratis, pero para realizar algunos, necesitas ayuda. Este trocito de sueño ha cobrado vida gracias a Go Study Australia,Foto24 y Dynamic Line, gracias a nuestros colaboradores, y sobretodo gracias a ti. Y no lo olvides: Si puedes soñarlo, puedes hacerlo.
CURIOSIDAD.
Función neurológica. Aunque los expertos no la tienen todavía clara, consideran que los sueños sirven para reparar y ordenar la memoria y recuperar para poner a punto funciones cognitivas par la vigilia.
DEDICATORIA.
Dedicamos esta crónica a Anh, a Joaquim y a sus tres hijos, que nos cuidaron con paciencia cuando más lo necesitamos y que nos marcaron muy positivamente cuando menos lo esperábamos. Un abrazo sincero y no tardéis en ver la peli. ¡Es obligatoria!
INSPIRACIÓN: «DALE VIDA A LOS SUEÑOS».
Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.
Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.
Dale vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despierto. .
MARIO BENEDETTI.
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